Pues resulta que en El Cabo no hay grúas disponibles para sacar el barco del agua, y hay que ir hasta la más cercana que está a 60 millas al norte, en Saldanha. Queremos poner una placa porosa bajo el agua, para que haga de masa, y sólo lo podemos hacer allí.

Nos levantamos a las 6am. Un día de los que hacen afición. Es todavía de noche cuando salimos, llueve, hay niebla y un viento fresquito que empieza en 27 nudos y más tarde llegará a 45. El frío es de verdad, sopla del Sur del Antártico y no pasamos de lo 4 grados. ¡Vamos a probar como va esto de navegar con catamarán!

Al salir del puerto nos espera una buena ola, corta, que al principio viene de aleta, pero se cruza y golpea violentamente desde abajo. No se si nos acostumbraremos a los golpes del agua bajo el casco. Chalecos y arneses salen de sus cofres y le dan un aspecto aún más duro a esta jornada de por sí complicada. No hace falta preguntar más por la escasa afición al mar que impera aquí.

Salimos con dos rizos, y al poco vamos sólo con un poco de Genova, ¡no hace falta más! Al final sacamos una media de más de 8 nudos. Llegamos por la tarde, a la mañana siguiente varamos  4 horas fuera del agua, y emprendemos el regreso.

El mar y el viento han calmado bastante, nos viene de proa y el viaje lo hacemos todo de noche. Dentro se va bien. Fuera, al timón, hace mucho frío… ¡Suerte de la protección que nos proporcionan las lonas que llevamos!

Yo me he mareado intentando fijar una tarjeta de memoria en un plotter y ha tenido que ser la Capitana quien me ha llevado de regreso. Así que he ido durmiendo bajo la mantita mientras ella ejercía de CAPITANA!

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