Parece el título de una película, ¡pero es real!
Hemos salido los cuatro a navegar. Tras un par de días observando el parte meteorológico, finalmente hemos determinado que el viento nos da para ir hacia el sur, hacia el Cabo de Buena Esperanza.

Avistando leones marinos desde la proa
Decidimos fondear en Hout Bay, una cala bonita pero peligrosa porque está muy expuesta al sur. Sin embargo, sabemos que soplará norte. Si no fuera por el agua a 12ºC, y las construcciones de las casas típicas de lugares aislados y remotos, por las dunas y el color del agua, este podría parecer algún lugar del mediterráneo.
Va a ser nuestra primera noche fondeados. A media noche sube el viento y toca tirar más cadena del ancla, todo, los 100m que llevamos.
El día amanece gris, lluvioso y el viento sopla a unos 35-39 nudos; típico de la zona. Para sorpresa de todos, mientras tomamos café calentitos en nuestro salón panorámico, vemos una ballena y su cría nadando a nuestro alrededor. Enmudecemos. Lo cierto es que las focas la vemos todos los días que salimos, los delfines también… pero las ballenas son impresionantes y majestuosas. Nos hemos sentido pequeños, a la vez que inmensamente afortunados. Les sacamos las fotos de rigor, y nos quedamos para siempre con la impactante imagen de estos animales al lado de nuestro barquito… mientras tomábamos café.
Queremos bajar más al sur hacia Buena Esperanza, pero el tiempo pinta feo. Llamamos a nuestros amigos sudafricanos y nos dicen que en esas condiciones es muy peligroso, las olas pueden llegar a ser realmente grandes y que el viento pasará de 50 nudos; que ir a sur es posible, pero que luego hay que remontar 15 millas con viento y corriente en contra. Vamos, que mejor no ir.
Regresamos haciendo bordos y probando rizos hacia Cape Town, y volvemos a ver otra ballena. Ha sido un día de mucha suerte en ese aspecto, pero nos podemos evitar la sensación agridulce por habernos quedado sin hemos quedado sin pasar el Cabo de las Tormentas, precisamente por eso, por una tormenta.
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